Llamar a nuestro Padre celestial
Minutos después de que el presidente estadounidense Harry Truman anunció que la Segunda Guerra Mundial había terminado, un teléfono sonó en una casita de madera en Grandview, Missouri. Para atender la llamada, una mujer de 92 años se disculpó ante su invitada, que la oyó decir: «Hola… Sí, estoy bien. Sí, escuché en la radio… Ahora, ven a verme si puedes… Adiós». La anciana volvió y dijo: «Era [mi hijo] Harry. Sabía que llamaría. Siempre me llama cuando algo ha sucedido».
Casa de adoración
Cuando la Cámara de los Comunes fue bombardeada en la Segunda Guerra Mundial, el primer ministro Winston Churchill le dijo al Parlamento que debían reconstruirla según su diseño original: pequeña, para que los debates fueran cara a cara; rectangular, no semicircular, para que los políticos se movieran «por el centro». Eso preservaba el sistema de partidos de Gran Bretaña, donde la Izquierda y la Derecha estaban frente a frente, y se requería pensarlo bien antes de cambiar de lado. Churchill concluyó: «Damos forma a nuestros edificios y, después, ellos nos dan forma a nosotros».
Dioses caseros
Los hombres del grupo de estudio bíblico rondaban los 80 años, así que me sorprendió saber que luchaban con la lujuria. Una batalla que había comenzado en su juventud y que continuaba. Cada día, prometían seguir a Jesús en esta área y pedían perdón por sus fracasos.
Mantener nuestra agudeza espiritual
Las películas de Rocky narran la historia de un boxeador rudo, decidido a no rendirse jamás, que supera las probabilidades en contra de convertirse en campeón. En Rocky iii, el ahora exitoso Rocky se impresiona ante sus logros, y las publicidades interrumpen su tiempo en el gimnasio. El campeón se debilita y es noqueado por un adversario. El resto describe su intento de recuperar su agudeza boxística.
Creyentes en Cristo fructíferos
Silvia estaba entusiasmada con su nuevo trabajo en una compañía sin fines de lucro. ¡Qué oportunidad para producir un cambio! Poco después, vio que sus colegas no compartían su entusiasmo, sino que se burlaban de la empresa y excusaban su mal desempeño, mientras buscaban trabajos más lucrativos. Deseó no haberse postulado para ese trabajo. Lo que parecía maravilloso de lejos era decepcionante de cerca.
Amor extravagante
Mi compañera de asiento en un vuelo me dijo que no era religiosa y que había emigrado a un pueblo donde había muchos cristianos. Cuando mencionó que la mayoría de sus vecinos iba a la iglesia, pregunté cómo la habían recibido, y dijo que nunca podría retribuir su generosidad. Cuando trajo a su padre discapacitado a su nuevo país, le construyeron una rampa en su casa, y le donaron una cama ortopédica y artículos médicos. Dijo: «Si ser cristiano hace a uno tan bueno, todos deberían ser cristianos».
Recibir bien al extranjero
En Todo lo triste es mentira, Daniel Nayeri describe su horrorosa huida de la persecución con su madre y su hermana, pasando por un campamento de refugiados y llegando a un lugar seguro en los Estados Unidos. Una pareja de ancianos accedió a apoyarlos, aunque no los conocían. Años después, Daniel aún no puede entenderlo. Escribe: «¿Puedes creerlo? Totalmente a ciegas, lo hicieron. Y si hubiéramos resultado ser villanos, habrían sufrido las consecuencias. Es casi lo más valiente, amable e insensato que se puede ser».
Aprender de las cicatrices
Fabiana se tocó las cicatrices en el abdomen. Le habían realizado otra cirugía para quitar el cáncer esofágico-estomacal y le había quedado una cicatriz dentada. Le dijo a su esposo: «Las cicatrices representan el dolor del cáncer o el comienzo de la sanidad. Yo decido que mis cicatrices sean un símbolo de la sanidad».
Dios es más que suficiente
Elena tenía un presupuesto ajustado, así que se alegró cuando recibió un bono de Navidad. Habría sido suficiente, pero cuando depositó el dinero, el cajero dijo que, como regalo de Navidad, el banco le descontaba una cuota de su pago por la hipoteca. ¡Qué gran sorpresa!
Bienvenido a casa
Después de que Sherman Smith reclutó a Deland McCullough para jugar fútbol americano para la Universidad de Miami, llegó a quererlo mucho y se convirtió en el padre que Deland nunca tuvo. Deland lo admiraba y quería llegar a ser como él. Décadas más tarde, buscó a su madre de nacimiento, y ella lo dejó sorprendido cuando le dijo que ¡el nombre de su padre era Sherman Smith! Sí, ese mismo. El entrenador se sorprendió al enterarse de que tenía un hijo, y Deland quedó atónito de que aquel al que consideraba como un padre fuera su padre de verdad.